El hombre perfecto (2021)

¿Qué es el amor? No, espera, eso es demasiado amplio. Además, casi seguro que tienes una idea de lo que es. Lo que me pregunto es si el amor es algo exclusivo entre humanos, o si podemos amar a otras especies. No pienses mal, hablo de los clásicos e inofensivos amores perrunos o gatunos. Pero, ¿es el amor algo necesariamente bidireccional, o podemos amar a un ente u objeto que casi con toda seguridad no siente lo mismo por nosotros? Pienso en quienes deciden invertir el sueldo medio de cuatro años en un BMW y luego se desviven por llevarlo siempre reluciente y bien engrasado. ¿Eso es amor? Cuando oyes la musiquilla que indica que la Thermomix ha terminado la receta y olfateas un aroma delicioso, ¿sientes amor, o es otra cosa?

Y precisamente de relaciones con máquinas alemanas trata esta película.

El hombre perfecto (Ich bin dein Mensch, 2021), es una comedia dramática con toques de ciencia ficción dirigida por Maria Schrader (Unorthodox) y protagonizada por Maren Eggert y Dan Stevens. Eggert interpreta a Alma, una científica que se ve obligada a convertirse en conejillo de indias de una empresa tecnológica que ha creado un robot de apariencia humana. La empresa somete a Alma a una batería de pruebas físicas y psicológicas hasta dar con los ingredientes que debe tener su hombre perfecto. Y lo fabrican: una hermosa máquina de apariencia humana llamada Tom (Stevens). La misión de Alma es llevarse a Tom a casa y convivir con él para evaluar si un robot puede ocupar el lugar de una pareja de carne y hueso de las de toda la vida.

Los primeros días de este particular noviazgo son hilarantes. Tom, programado para gustar, de inmediato trata de encandilar a Alma con sus trucos básicos de seductor: le recita unos versos de Rilke, la saca a bailar, le prepara un espectacular desayuno y un baño con velas y pétalos de rosas… Resulta un poco playboy de la vieja escuela este robot, como si Alma hubiera encargado un CaryGrantoide. Y no, parece que no es eso lo que ella busca en un hombre. O quizás el problema es que no está buscando pareja y que está participando en la prueba a regañadientes. Así que, en cuanto llegan a su apartamento, coloca a Tom en el cuarto del aspirador y trata de seguir adelante con su rutina como si él no estuviera ahí. Porque para ella no es más que una máquina y no siente que deba interactuar mucho más con él. Así se lo hace saber Alma a Tom:

Estoy actuando en una obra de teatro. Pero no hay espectadores. Todos los asientos están vacíos. Ni siquiera estoy actuando para ti. Estoy sola. Solo actúo para mí misma. Incluso ahora estoy hablando conmigo misma. Esto no es un diálogo.

Y no te cuento mucho más para no estropearla.

No es nuevo en el cine, esto de explorar el amor entre máquinas y humanos. Por nombrar algunas películas anteriores a El hombre perfecto, tenemos el amor maternofilial de A.I. Inteligencia Artificial (Steven Spielberg, 2001), el seudoamor manipulador de Ex Machina (Alex Garland, 2014), o el amor idealizado (y con bigote) de Her (Spike Jonze, 2013). Pero estas historias (y todas las que hay y que aquí no caben) beben de narrativas que llevan mucho tiempo entre nosotros. Piensa en Frankenstein (1818) de Mary Shelley, cuyo protagonista intenta crear un ser a la imagen y semejanza del hombre a partir de pedazos de cadáver, dándole vida mediante la acción de la moderna electricidad. El subtítulo de la novela es El moderno Prometeo, ya que la historia se inspira en la figura mitológica del titán griego que había creado a los seres humanos modelándolos con barro. Llevamos mucho, mucho tiempo soñando con crear a seres iguales o superiores a nosotros, pero son sueños que generalmente acaban convertidos en pesadillas como ocurría en la novela gótica de Shelley. Los humanos ya temíamos la amenaza de la tecnología desde sus inicios: ¿puede volverse contra nosotros algo creado para el bien de la humanidad?

Mary Shelley, la madre de todas las criaturas demoníacas (fuente: National Portrait Gallery NPG 1235)

Y si Shelley ya tenía esa preocupación cuando escribió el boceto de Frankenstein en una noche de lluvia incesante del verano de 1816 en la villa ginebrina de Lord Byron, es normal que la tengamos ahora, cuando podemos ver —aguzando bien la vista y escuchando a futuristas (que no futurólogos) como Ray Kurzweil— las orejas al lobo de la singularidad tecnológica (máquinas que crean máquinas cada vez más perfectas y autónomas) o del transhumanismo (seres humanos mejorados gracias a la biotecnología, como los replicantes de Blade Runner). Ya lo dijo Stephen Hawking en 2017:

A menos que aprendamos cómo prepararnos, cómo evitar los riesgos potenciales, la Inteligencia Artificial podría ser el peor evento en la historia de nuestra civilización.

Y te cuento todo esto para decirte que no, que El hombre perfecto no va por ahí. Hawking dijo también —en la misma conferencia de 2017— que la I.A. podría ser lo mejor que nos ha pasado, siempre se hagan las cosas con cabeza. Y la cinta de Eggert explora ese otro lado del condicional (podría) de Hawking, destacando en este mundo de historias de amenazas tecnológicas por ofrecernos una visión mucho más amable de nuestra convivencia con humanoides, más optimista. Para empezar, es una comedia romántica que juega con los clichés del género aprovechando la mente científica y escéptica de Alma. Cuando Tom hace una exhibición de de sus habilidades donjuanescas, no es pasión lo que vemos en los ojos de Alma, sino pereza y desdén.

El 93% de las alemanas sueñan con esto

Y la película de Schrader podría quedarse en esto, en una sátira sobre las comedias románticas con un robot como protagonista. Pero es mucho más que eso. Maren Eggert interpretando a Alma evoca a una especie de Ingrid Bergman del siglo XXI, menos perfecta y más terrenal, pero con un aire de melancolía cuyo origen se va desvelando a medida que avanza la película. Dan Stevens aporta una ternura sutil a Tom (y un acento británico en su alemán, porque a Alma le gustan los acentos extranjeros), quien a veces tiene la mirada acerada e inquietante de un robot, pero que demuestra tener sentimientos muy humanos en otras ocasiones. Hay una escena en la que se queda esperando a Alma como un fiel perrito-robot que me recordó a aquel Haley Joel Osment esperando a su madre humana, sumergido durante cientos de años bajo el océano congelado en A.I. Inteligencia Artificial. Pero fue solo un instante, un momento triste en una película que mantiene un buen equilibrio entre comedia y drama y que deja buen sabor de boca.

Aunque tiene una estética mucho más realista que las mencionadas Her o Ex Machina, El hombre perfecto no se priva de ofrecernos algunas imágenes poéticas, como la de Tom rodeado de ciervos en un bosque (la máquina y la vida), o las escenas en el fotogénico Museo de Pérgamo de Berlín, donde trabaja Alma.

El hombre perfecto está disponible en Amazon Prime Video en España. Te la recomiendo si quieres pasar un buen rato y quedarte, como extra, con un puñado de reflexiones acerca de la soledad, de las relaciones, del amor, de qué vale y qué no vale para sentirnos bien. Yo me quedé con el consabido «nunca digas nunca». A fin de cuentas dije hace tiempo que jamás compraría una Thermomix, y ahí la tengo, girando a velocidad cuchara todos los días. Así que iré haciendo una hucha por si alguna vez me apetece cambiarla por un robot más avanzado. Por un Tom que cocine por mí, entre otras cosas.

Más información:

  • El hombre perfecto estuvo nominada como mejor película europea en los Premios Goya de 2022. Maren Eggert ganó el Oso de Plata a la mejor interpretación principal.
  • El título original de esta película (Ich bin dein Mensch) se traduciría como Yo soy tu hombre, como la canción de Leonard Cohen. Ese es también el título del relato de Emma Braslavsky en el que se basó el guión. Y así se tradujo para el mercado anglosajón. Se me escapa el motivo por el que en España se considera necesario cambiar los títulos (incluso cuando son tan fácilmente traducibles), menospreciando la decisión de las mentes creativas que ya escogieron un título para su obra. En fin, te dejo con Leonard Cohen para no seguir refunfuñando 😉

5 comentarios en “El hombre perfecto (2021)”

  1. Me gustó mucho «Unorthodox», la apunto para ver en breve. Por lo que cuentas, esta historia parece una inversión del mito de Pigmalion.
    Es una extraña época esta en la que unos niegan el libre albedrío para el hombre y otros lo ven ya próximo en las máquinas.
    Indagaré sobre la termomix XD
    Saludos 🙂

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    1. Tienes mucha razón, como siempre 🙂 Tom tiene bastante de Galateo porque está moldeado a gusto de su propietaria, aunque Alma se mete en el experimento a regañadientes. No quiero decir nada más para no estropearla si te animas a verla. Y mejor que no indagues sobre la Thermomix, no vayas a caer como yo. ¡Un saludo!

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