La premisa de Una y otra vez (Life after life, 2013) la novela de la británica Kate Atkinson es: ¿qué pasaría si pudieras vivir tu vida una y otra vez hasta que consiguieras hacerlo todo bien?
Mi conclusión tras leerla: nunca podrías hacerlo todo bien, aunque tuvieras vidas infinitas. No estaría en tu mano cambiar el mundo, ni siquiera aunque tuvieras la oportunidad de matar a Hitler.
Esto contradice lo que ocurre en una de mis películas favoritas de sofá y manta: Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993). Phil Connors, el meteorólogo egocéntrico y antipático interpretado por Bill Murray, se encuentra atrapado en el tiempo (quien lo hubiera dicho) en una especie de bucle temporal que lo hace revivir una y otra vez el mismo día. Aunque al principio le molesta, se da cuenta de que tiene la oportunidad de convertirse en una persona mejor para conseguir la atención de Rita (Andy McDowell). Y a base de mucho ensayo y mucho —muchísimo— error, consigue su objetivo, cumpliendo aquello de que la práctica hace la perfección. O lo de que quien la sigue, la consigue.
Ursula Todd, nuestra protagonista, nace una y otra vez en una noche gélida del invierno de 1910. Empieza con una vida muy breve: muere asfixiada por el cordón umbilical. Pero en el siguiente capítulo vuelve a nacer y esta vez el médico consigue llegar a tiempo pese al temporal y evita la asfixia. Ursula avanza unas casillas más en el juego de la vida, pero muere por un accidente tonto en la niñez. Y volvemos a esa noche de 1910 en la que Ursula nace de nuevo. Así una y otra vez.
Una y otra vez podría leerse como una saga familiar en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX, con la Primera Guerra Mundial como telón de fondo y la Segunda Guerra Mundial en un primer plano escalofriante, que nos hace vivir y sufrir el Blitz, el bombardeo nazi que asoló Londres entre 1940 y 1941.
Pero ofrece una lectura que a mí me ha interesado mucho más: es un libro acerca de la escritura de una novela de ficción, que muestra el poder de la escritora moviendo los hilos para que los personajes vivan una historia feliz o para que sufran una tragedia. Y lo más curioso es que pese a que tocas esos hilos, ves a los tramoyistas, cada vez que la historia acaba mal resulta dolorosa y cada final feliz te hace sentir un poquito mejor. Podría producir la insensibilidad de un videojuego en el que sabes que tienes muchas vidas, que perder una no es ningún drama. Pero no es así.

Al igual que ocurre en Atrapado en el tiempo, aquí no se nos ofrecen explicaciones acerca de las vidas infinitas de Ursula. Nace, muere y renace; no sabemos por qué y creo que una explicación estropearía esta segunda lectura que comentaba. Una y otra vez no es ciencia ficción.
Eso sí, la escritora permite que Ursula sea consciente de alguna manera de sus renacimientos. Ya de niña, algunas cosas le van sonando. Sabe, por ejemplo, que debe evitar que Bridget —la sirvienta interna de los Todd— vaya a celebrar el final de la Gran Guerra a Londres, porque traerá la desgracia a la familia. Efectivamente, en una vida anterior Bridget sí acudió con su novio a las celebraciones y volvió contagiada de una gripe (la injustamente llamada española) que acabó de manera fulminante con la pareja y con Ursula y uno de sus hermanos. Por tanto, la niña opta por empujar a Bridget por las escaleras para lesionarla e impedir que salga de casa esa tarde, evitando la tragedia.
Su comportamiento y sus extrañas premoniciones conducen a Sylvie, su madre (uno de los personajes más redondos) a buscar la ayuda de un psiquiatra en Londres, el Dr. Kellet, a quien le cuenta que la niña siempre tiene una sensación de déjà vu. El psiquiatra introduce a la niña en la idea filosófica del amor fati o amor a lo que nos depara el destino, lo bueno y lo malo. Lo que nos lleva a los filósofos estoicos y a un consejo que me ha parecido siempre tan sabio como difícil de aplicar: darnos cuenta de lo que podemos controlar y lo que no. Es un básico que te permitirá ser más feliz si lo aplicas a tu vida: pasan cosas que no se pueden controlar, que no dependen de ti y empeñarte en cambiarlas solo te producirá dolor.
Sin embargo, aunque Ursula tendrá la oportunidad de practicar el amor fati una y otra vez, su condición de ave fénix la impulsa a cambiar cosas que parecen estar fuera de su control, como el nazismo. ¿Y quién no querría intentarlo, teniendo la posibilidad de tirar de una vida extra si la cosa saliera mal? Bueno, quizás no todo el mundo. A algunos les daría por ponerse del lado de los malos para beneficio propio. Y no digamos si fuera Hitler el que tuviera el poder de renacer… Pero nuestra Ursula es de buena pasta y lo intenta.
—Solo tenemos una vida, a fin de cuentas. Debemos tratar de hacerlo lo mejor que podamos. Nunca podremos hacerlo bien, pero debemos intentarlo. […]
—¿Qué pasaría si tuviéramos la oportunidad de hacerlo una y otra vez —dijo Teddy—hasta que por fin nos saliera bien? ¿No sería maravilloso?
—Creo que sería agotador.
Y sí, tengo que reconocer que en la novela se percibe lo agotador y lo poco maravilloso que sería. Pensé varias veces que en sus casi 700 páginas sobraban un par de renacimientos. Quizás es algo buscado por la autora. Porque renacer una y otra vez tiene que ser agotador y tedioso. Ursula no revive un solo día como Phil Connors, sino vidas enteras. Niñeces enteras, adolescencias enteras, juventudes y madureces enteras que acaban de repente en una densa y breve oscuridad que deja paso a un nuevo nacimiento. Qué suerte, dices al principio. Pobre, dices al final.
Pero en general el libro engancha. La escritora tiene la habilidad de crear unos personajes muy creíbles y tridimensionales, algo que me parece muy meritorio teniendo en cuenta que los retrata en situaciones similares desde distintos ángulos una y otra vez, descubriendo facetas nuevas pero que encajan perfectamente con esas personalidades que se van enriqueciendo cada vez más. Atkinson escribe especialmente bien a sus personajes no humanos, a los perros de la familia Todd: hacía tiempo que no me cruzaba con unos canes tan bien escritos.
El tono de la novela va cambiando según la escena, de la comedia al drama y vuelta a empezar. Pero predomina un estilo de escritura ingenioso, juguetón, mordaz a veces, que aligera mucho lo que podría haber sido esa saga de entreguerras que definitivamente no es Una y otra vez. Me recordó a otras dos novelas que pasan por las guerras a través de los ojos de protagonistas que tienen una especial relación con el tiempo: La flecha del tiempo (1991), de Martin Amis y Matadero Cinco (1969) de Kurt Vonnegut.
Kate Atkinson (York, 1951) ganó el Premio Costa Book de 2013 con Una y otra vez. Ha sido mi primera lectura de esta autora y estoy ya con la segunda: Expedientes (Case Stories, 2004), otra novela puzle por la manera en que los capítulos que describen historias aparentemente inconexas se van entrelazando, esta vez con una trama policiaca que me ha enganchado desde el principio.
Más información:
- Parece ser que la BBC está rodando (o ha rodado, o va a rodar) una miniserie basada en Una y otra vez, protagonizada por Tomasin McKenzie (Jojo Rabbit) y Sian Clifford (Fleabag).