Only Lovers Left Alive (en España Solo los amantes sobreviven, 2013) se anuncia en Filmin como el «Drácula» de Jim Jarmusch. No me parece la mejor definición, porque atraer a espectadores con la premisa de que van a ver aquí algo de Drácula genera unas expectativas que seguro que no se alcanzarán. Aunque lo de que sea de Jarmusch ya debe dar una pista de que esta cinta no va a ser una de vampiros convencional. Es, en todo caso, la de vampiros de Jarmush.
Vi esta película cuando se estrenó, hace ya casi diez años. Y me encantó: incluso las características que más molestaron a sus detractores (especialmente, la lentitud y la falta de acción) me parecieron adecuadas para la historia que se contaba. Recordaba las referencias musicales y literarias que aparecen con tanta frecuencia en sus diálogos. Y recordaba que Tilda Swinton y Tom Hiddleston estaban fabulosos y muy creíbles como vampiros.
Acabo de volver a verla. Creo que Only Lovers Left Alive sigue valiendo mucho la pena diez años después de su estreno, siempre que no llegues a sus créditos iniciales con las idea de ver una de vampiros al estilo Crepúsculo. Y siempre que no odies las películas de ritmo lento, o el cine de Jarmush. Si es tu caso, ahórrate las dos horas o inviértelas en ver Todo a la vez en todas partes (divertidísima y genial, por cierto).

En Only Lovers Left Alive conocemos a dos vampiros con siglos de existencia a sus espaldas: Eve (Tilda Swinton) es la mayor, puesto que ha conocido el medievo; Adam (Tom Hiddleston) es más joven, pero recuerda conversaciones del siglo XIX como si hubieran tenido lugar ayer. Son pareja, pero al inicio de la película están separados. Eve vive en Tánger, rodeada de libros y cerca de su buen amigo Kit (John Hurt). Adam reside en la ruinosa y fantasmal Detroit. Su pasión es la música y colecciona guitarras clásicas. Es también un compositor underground de cierto éxito, aunque mantiene su identidad en el anonimato.
La primera pista de que no estamos ante vampiros canónicos es que no suelen atacar a humanos para saciar su sed de sangre. Se trata de vampiros evolucionados, que han utilizado sus larga experiencia para dejar atrás su época de depredadores siguiendo prácticas mucho menos letales. Al igual que la mayoría de los humanos hemos cambiado lo de ser cazadores-recolectores por los los pollos y patatas del súper, ellos se alimentan sin necesidad de buscar presas. No es tan sencillo como ir al supermercado, claro, porque hablamos de sangre humana. Así que su suministro se parece más al tráfico de drogas, ya que consiguen sangre pura mediante contactos clandestinos en hospitales o a través de redes de tráfico de sangre de confianza. Deben evitar la sangre contaminada, ya que les puede matar. De qué o por qué está contaminada es algo que no se cuenta, pero que se puede deducir. La vida moderna está cargada de posibles contaminantes, voluntarios e involuntarios.
Y la sangre que beben es su alimento (se debilitan sin ella) pero también una especie de droga que los deja sumidos en un estado de placentera relajación.
Hay dos cosas que hacen especial (para mí) esta película. La primera es la atmósfera, ese mundo vampírico en el que te sumerges desde la primera escena, en la que la cámara gira sobre un tocadiscos para luego mostrar planos cenitales con la cámara girando lentamente sobre Eve y Adam, cada uno en su respectiva habitación. Ambos están relajados, rodeados de las cosas que los hacen felices. Lo que me dicen estas escenas es que estos seres son verdaderos dueños del tiempo, que no se les escapa cual arena entre los dedos como a nosotros los humanos. Eve no transmite tedio, sino que disfruta de la eternidad dedicándose a lo que, tras sus siglos de existencia, vale la pena para ella. Y una parte de esa atmósfera es el ritmo pausado que hace que el espectador sienta que el paso del tiempo se ralentiza, como lo viviría un vampiro con siglos de existencia a sus espaldas. También contribuye la estética tan reconocible de esta cinta, con el desorden ordenado de las barrocas estancias que habitan Eve y Adam y con el aire de estrellas de rock que lucen ambos, gafas de sol y todo, con un pelo que no ha visto un peine ni jabón en lustros pero que aún así es estilosísimo, con un toque como de animal salvaje. En ocasiones, sus elecciones de vestuario delatan su vetustez, como cuando Adam se cuela en el hospital disfrazado de médico con un estetoscopio al cuello que podría ser una pieza de museo.
La otra es la cantidad de referencias literarias y culturales de la película, en diálogos o en detalles como Adam y su disfraz con el nombre «Dr. Faust» en su placa identificativa, o a Eve y sus libros. Cuando ella hace el equipaje para ir a visitar a Adam en Detroit, mete en su maleta una curiosa mezcla de épocas y estilos: Ariosto, Campoamor, Cervantes, Kafka, Wallace, etc. Los lee en sus idiomas originales, porque ha tenido tiempo para aprender unos cuantos. Estoy segura de que si la película se hubiera rodado hoy, Eve añadiría algún tipo de lector digital a su equipaje, ya que utiliza un iPhone para comunicarse con Adam. Él está en contra de la mercantilización y de las nuevas tecnologías, pero sin embargo es un apasionado de la tecnología retro que consigue utilizar una vieja TV de tubo para ver a Eve cuando esta le hace videollamadas.
Los diálogos entre los vampiros mencionan a menudo a grandes nombres de la cultura a los que conocieron en el pasado. Eve, por ejemplo, acusa a Adam de haberse dejado influir demasiado por los poetas románticos ingleses Shelley y Byron. Aunque Adam tacha a este último de gilipollas (asshole), es innegable su aire de héroe byroniano, con su belleza pálida y su melancolía. Ya lo dice su amigo Kit:
Ojalá hubiera conocido a Adam antes de escribir Hamlet. Hubiera sido un modelo magnífico.
(Ahora viene un spoiler).
Porque el tal Kit no es otro que Christopher Marlowe, dramaturgo inglés contemporáneo de Shakespeare y pionero del teatro isabelino que este último dio a conocer a las masas. Supuestamente, Marlowe murió a los veintinueve años en una pelea. Hubo algo turbio, no obstante, porque en el mundo académico hay voces a favor de la teoría de que Marlowe era una especie de espía en la contienda católicos-protestantes de la época. Algo pasó que provocó su muerte o desaparición. Desde entonces, se ha especulado con la posibilidad de que él sobreviviera a esa pelea y que fuera el verdadero autor de las obras atribuidas a Shakespeare. Aunque Marlowe no es el único contendiente en el debate sobre la autoría de Hamlet, Macbeth, etc., suele estar entre los primeros de la lista. La principal razón que ha hecho que muchos se cuestionen la autoría del de Stratford es que sus obras demuestran una cultura y un dominio tal de la lengua inglesa que parece imposible que el hijo de un humilde comerciante sin educación universitaria pudiera llegar a escribir esas obras (Marlowe sí fue alumno de Cambridge). Otro motivo es que las primeras obras de Shakespeare datan de una fecha cercana a la muerte de Marlowe, cuando los dos tenían veintimuchos. Marlowe había escrito ya varias obras de teatro, mientras que Shakespeare se acababa de estrenar. Y los veintimuchos de entonces no rezumaban tanta lozanía como hoy en día: la esperanza media de vida estaba en torno a los cuarenta años en el siglo XVI.

Fascinante. Pero vuelvo a la película: Jim Jarmush aprovecha esta historia y nos trae a un Marlowe vampiro que sigue escribiendo obras de teatro tras su muerte, ya firmadas como Shakespeare. Eso sí, el pobre Kit de Only Lovers Left Alive sigue teniendo ojeriza al de Stratford-upon-Avon por haberse llevado el mérito, pese a los más de cuatrocientos años transcurridos.
Otra muestra de que Jarmush es del equipo Marlowe es la placa de médico de Adam, ya mencionada: Doctor Fausto es el título de la obra más conocida del dramaturgo.
Y me dejo ya de referencias, porque darían para algo mucho más largo que la película, incluso para un podcast de esos de cinco o seis horas. Hasta diría que peca por exceso, porque tanto guiño llega a hacer que algunos diálogos resulten artificiales, o que el espectador acabe saliendo de la historia (como acabo de hacer yo aquí con Kit/Marlowe). O que todo es conjunto suene demasiado esnob.
Hay mucho más en esta película. Aunque el tono general es melancólico, es también divertida, con momentos realmente cómicos, muchas veces a cuenta de tropos de vampiros. Es crítica con la humanidad (los «zombis» según los vampiros) del siglo XXI, vista con pesimismo por parte del depresivo y taciturno Adam (que elige Detroit para vivir porque «encaja con su estado de ánimo») y con optimismo por parte de Eve, que ha vivido épocas tan complicadas como la de la Peste Negra y su experiencia le dice que todo se arregla al final. Incluso Detroit renacerá, afirma. Es bonita y poética, un precedente de la contemplativa Paterson (2016), no comentada por aquí pero también muy disfrutada.
Y la música es una maravilla, con piezas de SQÜRL —grupo del propio Jarmusch— y del laudista Jozef Van Wissem, que se llevó el premio de Cannes de 2013 a la mejor banda sonora por Only Lovers Left Alive.
Más información:
- En 2016 un grupo de académicos expertos en Shakespeare presentaron evidencias de que la mano de Christopher Marlowe estaba presente en las tres obras en torno a Enrique VI atribuidas a Shakespeare. Pero también estaba la mano del de Stratford. Es decir, que fueron coautores de las obras y así fueron reconocidos por la edición de ese año del New Oxford Shakespeare. Era común, en la época, escribir obras de teatro a cuatro o más manos. ¿Y cómo distinguen un autor de otro? Con un análisis textual que identifica expresiones y cadenas de texto típicas de cada autor. De acuerdo con The Guardian, «los investigadores creen que el análisis textual computerizado es ahora tan sofisticado que pueden incluso distinguir entre la escritura de Shakespeare influenciada por la de Marlowe de la que es puramente de Marlowe».
- Según confesó el propio Jarmusch, lo de Adam y Eve, o Adán y Eva, no viene del Génesis sino del relato cómico y satírico de Mark Twain El diario de Adán y Eva. El egocéntrico Adán de Twain se parece a Adam, mientras que Eve parte de la Eva extrovertida, curiosa y amante de la naturaleza que aparece de repente en el Jardín del Edén.
- Foto de portada de Wikimedia Commons: la casa de Adam en Detroit está en el barrio de Brush Park, que conserva unas pocas de las mansiones que datan de la época de esplendor de principios del siglo XX. Tras quedar convertido en barrio fantasma, con muchas de las casas en ruinas, hoy en día está siendo reconstruido. Eve tenía razón.
- El padre de Christopher Marlowe era zapatero y el de William Shakespeare guantero. Ahí dejo eso.
Oye suena estupenda. Me devoré tu reseña menos el spoiler porque la pienso ver. Me encantan las pelis y libros lentos cuando es a propósito. Gracias por traer esta película a tu blog.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muy buena tu puntualización, eso de «cuando es a propósito». Que cuando lo lento no es buscado, es que algo falla. Muchas gracias por leer y comentar 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me gustan mucho las primeras películas de Jarmusch. Por lo que cuentas, parece que ciertas constantes se mantienen en sus personajes, a los que me cuesta imaginar con los colmillos largos.
Me sorprende todo el tema de Marlowe y Shakespeare. Siempre había pensado que Marlowe era una influencia y no que incluso podían haber llegado a colaborar o que Marlowe fuese el autor de alguna de las obras atribuidas a Shakespeare. Como curiosidad, Chandler le puso Marlowe a su detective por el dramaturgo.
Gran reseña, Cinelibrista. Saludos 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Sí, son vampiros muy jarmuschianos en sus preocupaciones y conversaciones. Y llevan los colmillos en pocas escenas 🙂
No sabía lo de Chandler y Marlowe, mira. Curioso. Sobre Shakespeare y Marlowe como colaboradores, parece que en el teatro isabelino era habitual lo de escribir a varias manos. A mí me hace pensar en las salas de guionistas actuales, que no sé muy bien cómo funcionarán, pero imagino que se nutren de las distintas experiencias, puntos de vista, etc., de los escritores. Marlowe debía ser el de las escenas de acción.
¡Gracias por tu comentario!
Me gustaLe gusta a 1 persona