Little Miss Sunshine

Little Miss Sunshine —o Pequeña Miss Sunshine— es una película de 2006 del matrimonio de directores Jonathan Dayton y Valerie Faris. Esta película fue su debut en el cine, ya que hasta entonces habían dedicado su carrera a dirigir vídeos musicales y anuncios. Fue también la primera película de su guionista, Michael Arndt.

¿Por qué hablar de esta película ahora, a 15 años de su estreno? Supongo que a cualquier persona aficionada al cine y con hijos le pasará lo mismo: una tarde o noche, un mediodía de domingo ocioso te planteas qué película ver en familia. Echas un vistazo a las plataformas y descartas un montón de cosas. Algunas no son aptas para todos los públicos. Otras lo son, pero no quieres dedicar un par de horas de tu vida a ver eso. Intentas hacer memoria: ¿quizás alguna que hayas visto ya, que verías otra vez, y que cumpla con todos los requisitos? Y así surgió Little Miss Sunshine, ya vista por los mayores de la casa pero no por la pequeña.

Y la disfrutamos de nuevo hace unos días. Porque es de esas películas que divierten, dan que pensar y que tienen un final redondo, emotivo y positivo sin nada de sacarina. Una feel good movie de las buenas.

¿Qué tiene que tener una película para que se pueda etiquetar como feel good movie? O como película reconfortante, para evitar el anglicismo como nos sugieren en Fundeu:

Feel good (literalmente ‘sentirse bien’) se está utilizando como adjetivo para calificar a las películas o series que por tener un argumento amable, sin conflictos, con final feliz, provocan un estado de optimismo reconfortante en el público. […] Sin embargo, no hay ningún motivo por el que no emplear en su lugar adjetivos como amable, agradable, reconfortante o intrascendente que reflejan perfectamente el sentido inglés de la expresión.

Lo de reconfortante me puede encajar, pero la descripción de este tipo de películas (amable, sin conflictos, con final feliz) no acaba de encajar con las películas que nos sugiere Google al hacer una búsqueda de feel good movies, aquí las primeras (al menos en mi búsqueda):

(Y no, no es el mismo resultado si buscas «películas reconfortantes». O «películas felices», aunque con estas últimas sí que hay bastantes coincidencia).

Aunque estoy de acuerdo en que siempre es mejor evitar el anglicismo, creo que aquí la definición de Fundeu no es muy acertada. Sí que me gusta la parte esa de que «provocan un estado de optimismo reconfortante en el público». Porque sales feliz del cine, o te levantas del sofá con alegría. Pero no porque la película haya tenido un argumento amable y sin conflictos. No he visto la mayoría de películas que sugiere Google (ni siquiera Love Actually, la típica feel good), pero estoy segura de todas tienen sus buenas dosis de conflicto, que es el motor de la historia. Imagina la historia de Atrapado en el tiempo sin conflicto, con un Phil Connors encantador desde el principio que conquista a Rita en un periquete y luego ya viven felices y comen perdices en un día que se repite hasta el infinito. Eso sí que sería intrascendente.

Y ahí está Little Miss Sunshine, que para mí es una de las reconfortantes de cabecera. Puedo empezar a ver la película hecha un trapo y acabarla como unas castañuelas. Pero no por falta de conflicto: nos presenta un matrimonio en crisis, un tío suicida, un hijo depresivo que se niega a hablar, un familiar muerto, un vehículo que necesita una reparación de las que dejan la cuenta bancaria temblando… Ahí huele a conflicto.

Veamos primero de qué va. Little Miss Sunshine nos presenta una familia en crisis cuya hija menor, la pequeña Olive Hoover (Abigail Breslin) está obsesionada con los concursos de belleza infantiles norteamericanos, esos en los que visten, peinan y maquillan —sexualizan— a las niñas hasta convertirlas en unos seres monstruosos, mezcla de adulta humana jibarizada y de muñeca de Famosa. Sus intentos de sonrisa cautivadora me producen una mezcla de pena y grima y siento aversión instantánea hacia esos padres que empujan a sus hijas a semejante esperpento.

Sin embargo, en la familia Hoover nadie empuja a Olive a participar. Es ella quien está obsesionada con el mundo de las reinas de la belleza, sin que en su familia exista un modelo similar. Sheryl, su madre (Toni Collette), simplemente apoya su sueño, aunque tratando de que la niña mantenga los pies en el suelo antes sus posibilidades, ya que Olive no es el prototipo de niña Barbie que el jurado de esos concursos valora. Richard, su padre (Greg Kinnear), tiene su propio sueño. Quiere hacerse rico como coach motivacional, vendiendo sus sistema para conseguir el éxito. Su obsesión es ganar y no tolera que se hable de perdedores en casa.

Tenemos además a Paul Dano en el papel de Dwayne, el hermano de Olive, que adora a Nietzsche y odia al resto del mundo y está cumpliendo un voto de silencio hasta que consiga su sueño de convertirse en piloto. Cuando no le queda más remedio, se expresa escribiendo lo que quiere decir en una libreta.

A este núcleo familiar se suman dos personas más: Edwin (Alan Arkin), el padre heroinómano de Richard y abuelo de Olive, que se ha fugado de una residencia y está viviendo con los Hoover. Edwin anima a Olive a participar en el concurso y es quien se encarga de hacer todos los preparativos para su participación: coreografía, música, vestuario, etc. Por último, entra en escena Frank (Steve Carell), el hermano gay de Sheryl y académico experto en Proust que, debido a su reciente intento de suicidio tras un desengaño amoroso, debe convivir con los Hoover ya que ha sido dado de alta en el hospital con la condición de que no se quede nunca solo.

Cuando Olive recibe la noticia de que ha sido seleccionada para participar en el concurso de belleza Little Miss Sunshine, en California, surge un problema. Solo faltan dos día y la familia vive en Albuquerque (Nuevo México). Tanto Olive como Sheryl deben asistir, pero tampoco puede perdérselo Edwin, el abuelo. No pueden permitirse pagar billetes de avión, hotel y un coche de alquiler, así que toca hacer las 800 millas por carretera. Pero el coche de Sheryl es de dos plazas y, aunque tienen una furgoneta Volkswagen, es de marchas y ella no sabe utilizarlas. Así que Richard se ve obligado a ir para conducir. Y como no pueden dejar solos a Frank el suicida con el adolescente Dwayne, acaban completando el pasaje de la WV en contra de su voluntad.

Y así empieza esta road movie (otro anglicismo), un formato típico del cine estadounidense que en esta tragicomedia sirve de pretexto para cargar contra pilares del estilo de vida americano. Para empezar, la familia. Aquí no tenemos a la típica familia suburbana feliz. Los Hoover están cargados de conflictos, debido a la precariedad económica (Sheryl trabaja y saca la familia adelante mientras Richard intenta sacar adelante su programa para ganadores), a la enfermedad (Edwin y Frank) y a la disparidad de los sueños de cada uno. Y los sueños, el sueño americano, es otro de los temas que se subvierten en Little Miss Sunshine. Con la excepción de Sheryl, que entre el trabajo y la familia no tiene tiempo para fantasías, todos transitan por el presente sin disfrutarlo, con la mirada puesta en un futuro en el que sus sueños se hacen realidad. Esperar prosperar y tener éxito, cada uno a su manera. Richard, con su programa, no puede ni pensar en no conseguirlo, porque eso le convertiría en un perdedor. Frank desea el amor y el reconocimiento como el mejor erudito proustiano. Dwayne sacrifica su capacidad de comunicarse y relacionarse para conseguir su sueño de volar. Edwin ansía una libertad que ya solo le pueden dar las drogas. Y Olive, la pequeña Olive, quiere ser una reina de la belleza.

Por supuesto, la cinta da también un buen repaso a los concursos de belleza, ese mundo vanidoso y superficial que aún mueve masas en los EEUU y que ha generado debate recientemente sobre el papel de la mujer en los mismos: ¿denigración o empoderamiento? Me reservo mi opinión para no irme por las ramas. Solo diré que disfruté con el retrato que hace la película.

Por último, otro asunto que esta cinta subvierte es el fenómeno de los métodos de autoayuda, de esos programas que hacen ricos a sus autores y que convencen a millones de seguidores de que su método es EL MÉTODO, el que les proporcionará la felicidad, el dinero, la salud, el amor, etc. Lo que quiera que estén buscando.

Todo esto conforma una película con una mezcla de momentos (muy) divertidos y dramáticos que desemboca en un final épico y emotivo del que ya hablé en este blog en la entrada acerca del guionista, Michael Arndt y su clase magistral en vídeo Endings (Finales Felices).

¿No la has visto? Te la recomiendo para ver en familia con niños (mayores de 7 según IMDB, yo diría 10-11 al menos para que la entiendan y disfruten) con la advertencia de que se tocan algunos temas sensibles. Si no te gusta, ni siquiera perderás mucho tiempo: una hora y media más o menos. Y disfrutarás viendo a un grupo de actores que lo bordan. Una Toni Collette grande como siempre, la amo desde Muriel; un Paul Dano que con un gesto mínimo te hace sentir que sí, que odia a todo el mundo; un Alan Arkin desatado. Un Greg Kinnear al que le ves en los ojos el dolor cuando se da cuenta de que su obsesión por ganar ha hecho daño a su familia; y por supuesto, la pequeña y my creíble Abigail Breslin. Y un Steve Carell contenido, alejado de sus papeles cómicos habituales. Tienes que verlo correr por los pasillos del hotel, con ese movimiento de sus brazos. Es una de las imágenes que no olvidarás de esta película.

Claro que, si hay una imagen que permanece, es la de esa Volkswagen Kombi amarilla de los 70 que necesita un empujón para arrancar y que obliga a toda la familia a correr para entrar con el vehículo en marcha. Es un personaje más de la familia Hoover y, como tal, tiene sus propios problemas, que se irán desvelando a medida que avanza el viaje.

Más información:

  • Guión (en inglés).
  • Brian Cranston y Dean Norris (cuñados en Breaking Bad) aparecen en dos pequeños papeles.

6 comentarios en “Little Miss Sunshine”

  1. La definición de Fundéu es manifiestamente mejorable. Como bien dices, el conflicto es el motor de las historias. Prefiero películas «amables» a «reconfortantes», es de uso más común.
    Vi esta películas en tiempos. Creo que me gustó. Igual la veo de nuevo, parece interesante por lo que cuentas.
    Saludos 🙂

    Le gusta a 1 persona

    1. Sobre todo es muy divertida, pero deja poso. No me convence tampoco lo de amable… No creo que esta lo sea. No sé, puede que sea la manera de superar el conflicto (que no es poca cosa en esta película) lo que resulta tan satisfactorio, lo que hace que salgas de la película sintiéndote mejor que cuanto entraste. Quizás no haya que complicarse y llamarlas simplemente películas que te hacen sentir bien 😉 ¡Gracias por comentar!

      Le gusta a 1 persona

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