El diario de Edith — Patricia Highsmith

Patricia Highsmith, reconocida por sus novelas de suspense psicológico, nos presenta en El diario de Edith (1977) una profunda exploración de la mente humana.

Es una de las novelas menos conocidas de Patricia Highsmith (1921-1995). Quizás porque no es de género negro, como las más populares. Y, sin embargo, su protagonista ilustra muy bien uno de sus temas favoritos: la mentira. Edith es un ama de casa que aparenta ser lo opuesto de Tom Ripley, el personaje más conocido de Highsmith. Ripley es un impostor profesional. Toda su vida es una gran farsa que él va construyendo con pericia de orfebre. Si no has leído El talento de Mr. Ripley, ¿a qué estás esperando? Una alternativa es ver la serie Ripley (Steven Zaillian, 2024), en la que Andrew Scott interpreta al protagonista que no deja de subir y bajar escaleras en un precioso pueblo de la costa italiana. Sé de personas que dejaron de verla por lenta, otras por angustiosa. A mí me gustó mucho, creo que retrata muy bien la atmósfera opresiva de Highsmith y que Scott borda el papel pese a ser bastante mayor que el personaje creado por la escritora estadounidense.

Patricia Highsmith en 1962 (Nota: fumar mata, no lo hagas).

Pero me estoy desviando del tema,. Lo que quería decir es que Edith, como Ripley, es también mentirosa, aunque de otra manera. Así empieza El diario de Edith:

Edith había dejado el diario entre las últimas cosas que quedaban por empaquetar, fundamentalmente porque no sabía dónde ponerlo. ¿En uno de sus cestos entre las maletas y sábanas? ¿En una de sus maletas? Ahora yacía inerme, grueso y de color marrón oscuro, en la mesita del cuarto de estar completamente vacío.

Edith está casada con Brett y es madre de Cliffie, de diez años. Como ves en el inicio de la novela, está preparando una mudanza. Se trasladan de su piso en Nueva York a una casa con jardín en un apacible pueblecito de Pennsylvania. Aparentemente, es una familia modélica de los Estados Unidos de los 50. Edith es ama de casa porque se dedica a cuidar del hogar familiar y del niño mientras su marido trabaja como periodista, pero tiene inquietudes intelectuales y políticas y escribe artículos para un periódico local.

El sueño americano de Edith no acaba de arrancar. Cliffie no es un niño fácil: trata a sus padres con indiferencia, maltrata a su gato, no tiene amigos y se le da bastante mal el colegio. Por otro lado, Brett decide alojar en su casa a George, su tío senil y dependiente, pese a que él se pasa el día fuera trabajando y quien tendrá que encargarse del anciano será, como no, la buena de Edith.

Ella sigue adelante con esa vida que no es la que imaginaba, refugiándose en la escritura de sus artículos y de su diario personal. Sin embargo, cuando Cliffie suspende el acceso a la universidad, algo se resquebraja en el interior de Edith. Escribe en su diario que el chico ha aprobado. Se da cuenta de que gracias a esa mentira se siente mejor, se libera de la melancolía que le había producido la mala noticia. Y así, a partir de ese momento, en su diario comenzará a narrar la vida que quisiera tener, que cada vez alejará más de la realidad.

Porque las cosas se complican. Brett se lía con su joven secretaria y deja a Edith. No solo la abandona con el inquietante Cliffie: también deja al viejo George a su cargo, con sus medicinas y sus pañales. Le pasa una pensión y ella debe ocuparse de esos dos elementos. No es raro que Edith vaya necesitando cada vez más el consuelo de la vida paralela que construye en las páginas de su diario. Ahí tienes el punto en común con el mentiroso Ripley que comentaba antes. Sin embargo, Edith guarda esa mentira para su uso y disfrute, bajo las tapas del diario, como estrategia para hacer su vida más soportable.

A medida que la vida de Edith se va desmoronando, ella se refugia cada vez más en su diario, en la escritura de sus artículos (cada vez más radicales) y en la creación de unas esculturas que también idealizan su entorno. La línea entre realidad y ficción se desdibuja por momentos en la mente de Edith.

Patricia Highsmith hace en El diario de Edith una profunda crítica social, al retratar a una familia norteamericana aparentemente modélica e ir desvelando capa a capa sus defectos. El foco está puesto en Edith y, por extensión, en el ama de casa que, a mediados del siglo XX, soñaba con liberarse de las cadenas del rol que debía desempeñar por cuestiones de género. Edith quiere cambiar el mundo desde su periódico local. Le interesa la política. Es activa y pragmática. Pero no es perfecta. No todo lo que le ocurre es consecuencia de la sociedad patriarcal. Edith tiene defectos, lo que la hace creíble como personaje. Uno de ellos es su relación con su hijo Cliffie. Aunque está claro desde el principio que al niño le pasa algo, que tiene rasgos que encajan con una patología psiquiátrica, ni Edith ni Brett se mueven para buscar ayuda.

Como decía al inicio, una de las cosas que me gusta de Highsmith es su prosa precisa, afilada, que evita adornos innecesarios y que está al servicio de su trama de suspense y de la atmósfera asfixiante marca de la casa. En El diario de Edith, al igual que en sus novelas de Ripley, escribe en tercera persona con una perspectiva limitada que se introduce en la mente de Edith, aunque profundizando lo justo como para dejar al lector el trabajo de interpretar las motivaciones tras sus actos.

La sensación que me dejó El diario de Edith es la de una profunda soledad. Edith tiene un marido, un hijo, amigos y una tía a la que adora. Pero en el fondo está muy sola. Tanto, que solo se atreve a confesar sus deseos a ese diario que guarda sus secretos.

Otro cronista de la soledad norteamericana: Edward Hopper (Cape Cod Morning, 1950)

El diario de Edith podría no gustarte si esperas encontrar una novela de crimen y suspense como las más populares de Highsmith. Solo te la recomiendo si, al margen de la trama, lo que te gusta de esta autora es la forma de construir el suspense y la atmósfera, su ritmo pausado pero implacable, su intensidad emocional, su prosa sobria y directa que parece fácil pero no lo es. Yo tengo claro que se ha convertido en una mis novelas favoritas de Patricia Highsmith.

En mi opinión, leer hoy El diario de Edith tiene una relevancia especial. Porque lo que Edith escribía en su diario, esa vida idealizada, la vemos hoy en redes sociales como Instagram, un paraíso para las y los Ediths contemporáneos que sienten la necesidad de exponer una imagen muy favorable su vida en Internet. El típico postureo, vamos. Aunque quién soy yo para criticarlos, porque también escribo en un blog, que no es más que la evolución de los diarios o bitácoras personales que se pusieron de moda hace décadas. No cuento mi vida, pero tal vez soy un poco Edith porque me explayo aquí con el mundo de los libros y la escritura, que ojalá hubiera sido capaz de convertir en algo más que un hobby.

Pero no miento. De verdad, me ha parecido una gran novela.

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4 comentarios en “El diario de Edith — Patricia Highsmith”

  1. Hola, Cinelibrista. Qué gran análisis. No he leído esta novela, que será la próxima que leeré de Patricia Highsmith. Era una maestra creando atmósferas inquietantes y opresivas. La serie de Ripley no la he visto. No me suelen gustar las adaptaciones de la obra de Patricia Highsmith. Suelen resultar muy planas, sin esa profundidad psicológica de las novelas.
    Escribas el blog o una novela, yo me lo voy a leer igual. Lo digo por si te animas… ¡Feliz año!

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    1. Muchas gracias por tu comentario y feliz año con muchísimo retraso. De momento escribo microrrelatos y este blog, y ya ves lo descuidado que lo tengo. Te admiro por tus novelas, eso me parecen palabras mayores. Si consigo escribir algún relato que no me avergüence, ya estaré contenta. En cuanto a la serie «Ripley», creo que trasladaron esa profundidad psicológica que comentas bastante bien. Para mí, está muy por encima de cualquiera de las adaptaciones que he visto (no las he visto todas). Bueno, excepto «Carol», de Todd Haynes. Esa también me gustó mucho.

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