Sagitario — Natalia Ginzburg

Imagina que alguien te cuenta una historia. Puede ser una amistad, un familiar, un colega del trabajo. Una persona que te importa o con la que quieres quedar bien. Escuchas los detalles de lo que le ha sucedido, o de lo que va a hacer. Puede que sospeches que hay algo que no encaja en su narrativa. Ves algunos indicios. Señales de alarma. El caso es que eliges no ver, porque crees que saldrás ganando si no cuestionas la película que te están contando.

Pues de eso trata Sagitario (1957) de la escritora italiana Natalia Ginzburg.

La protagonista de Sagitario es una viuda de mediana edad que decide dejar su casa en el campo y mudarse a las afueras de la ciudad. Es clasista, vanidosa, mandona y trata a sus dos hijas con desapego, juzgándolas constantemente. Piensa que son mediocres, que no están a su altura. Giulia es la mayor y es la guapa de la casa. Su madre la observa con una mezcla de orgullo y resentimiento por su propia belleza perdida. Sin embargo, también es muy consciente de sus carencias, de su falta de interés por la cultura, el arte, o las conversaciones «elevadas». Todo esto nos lo va contando Ginzburg haciendo uso de la ironía para retratar el carácter de la madre y el de la hija:

Las cartas de Giulia eran breves y medio cómicas, muy parcas en detalles, parecían las cartas de una niña de siete años a Jesusito en Navidad, comentaba mi madre.

Giulia tiene problemas de salud, pero eso no parece preocupar demasiado a su madre, más allá de que pueda hacer que disminuyan sus probabilidades de cazar un buen partido. Y es precisamente su salud la que propicia que conozca al hombre con el que se casará, un médico extranjero y mucho mayor que ella al que su madre detesta.

La narradora es la hija menor de la protagonista. Su nombre no se menciona, ni vive en la casa familiar en la que habita su madre junto con Giulia, su marido, una joven prima y la sirvienta. Comparte un piso en la ciudad con una amiga. Es estudiante y trabaja dando clases particulares.

La hija nos cuenta que su madre conoce a una misteriosa mujer en una de sus visitas a la peluquería. Se llama Scilla. Las dos mujeres se hacen amigas y la madre comparte con ella su sueño: abrir una galería de arte. Lo ve como una puerta hacia el mundo de la cultura y la sofisticación, pero también está claro que esta mujer necesita distinguirse, dejar huella. Se resiste a esfumarse en la vejez, desea ser vista y admirada.

La madre es un personaje tridimensional: carismática, contradictoria, ansiosa por demostrar que todavía puede. Scilla, la amiga, funciona como espejo deformado. Es el doble que ofrece libertad y termina revelando vulnerabilidad. Su amistad es también una forma de manipulación, aunque envuelta en amabilidad. Ginzburg maneja esa ambigüedad con maestría. La narradora lo observa todo desde un segundo plano; su voz es sobria, casi ausente, pero todo pasa a través de ella.

Retrato de Natalia Ginzburg, autora de la novela 'Sagitario'.
Natalia Ginzburg (fuente: Wikimedia Commons).

Lo que me ha parecido más fascinante de Sagitario es cómo Ginzburg construye el conflicto capa a capa, sin dramatismos ni grandes giros. La madre ve las señales de alarma en el comportamiento de Scilla —las mismas que percibirás tú al leer le libro—, pero decide ignorarlas. Cada día debe convencerse de que todo saldrá bien, de que la ambigüedad de Scilla podría ser una percepción, de que su plan aún tiene sentido. Esa ceguera voluntaria va llevando la historia de un inicio más bien cómico hacia el drama.

Lo más perturbador es que entendemos por qué la madre hace lo que hace. Esa mezcla de esperanza, orgullo y negación resulta dolorosamente familiar.

Sagitario es también un retrato de las relaciones familiares como campo de batalla moral. Las promesas, los favores, las deudas, los malentendidos: todo se entreteje con una mezcla de afecto y resentimiento.

Natalia Ginzburg  (1916-1991) afirmaba que no quería «escribir nada pesado ni largo». Al parecer, el hecho de ser la pequeña de cinco hermanos hizo que aprendiera a decir las cosas «de forma rápida y corta», según cuenta su biógrafa Maja Pflug. Esa sencillez aparente hace que Sagitario suene a novela moderna. En sus apenas cien páginas, no hay adornos, su precisión quirúrgica no los necesita. Su humor, sutil y a veces triste, estalla en frases que parecen inocentes.

En resumen, te recomiendo Sagitario porque es una novela que nos recuerda que la intensidad no necesita quinientas páginas y porque te enfrentará a esa parte de ti que también elige no ver.

Más información:

  • He leído la traducción de Andrés Barba, editada por Editorial Acantilado (2021).
  • Si tienes una suscripción, la versión Kindle la puedes descargar sin coste adicional con Kindle Unlimited en España en el momento en que escribo esto.


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2 comentarios en “Sagitario — Natalia Ginzburg”

  1. Me lo apunto. Solo he leído uno de la autora y es exactamente esto que dices de la sencillez aparente lo que me cautiva. Me gustó saber de donde proviene este talento para decir mucho en corto espacio.

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