La casa en la que transcurre Rebecca (1938), de Daphne du Maurier, se menciona ya en la conocida primera frase de la novela: “Anoche soñé que volvía a Manderley”. En este sueño de la protagonista vamos avanzando junto a ella por un camino serpenteante que apenas sobrevive entre la maleza, rodeado por un bosque sombrío. Al final del paseo llegamos a Manderley, grande, con almenas y ventanales góticos, casi una fortaleza, en su localización idílica junto al mar, iluminada por la luna llena —como en sus mejores tiempos. Pero esto resulta ser un espejismo, porque cuando una nube tapa la luna, la casa se muestra como el cascarón vacío que es, en el que no quieren vivir ni los fantasmas.
Entonces, la narradora despierta y nos desvela el spoiler: “Manderley ya no existe”.
Antes de dar más detalles sobre Manderley, casa de libro por excelencia, toca hablar de la película de Hitchcock de 1940 del mismo título, basada en el libro de Du Maurier.

Rebecca. ¿Que a qué te suena ese nombre? A una rebeca. Esa chaquetita de punto abierta y con botones hoy más conocida como cárdigan: una prenda que se puso de moda en la época porque la protagonista la lucía en la película. Pero no te líes: nuestra heroína no se llama Rebecca. Rebecca era la primera señora de Winter. La protagonista, la que llevaba la rebeca en Manderley, era la segunda esposa de Maxim de Winter, el dueño de la casa y viudo de Rebeca. La segunda esposa y narradora del libro (no te digo su nombre porque no nos lo dice) es tan modesta y humilde como su rebeca, mientras que la difunta señora de Winter (#1), era tan hermosa y fascinante como Manderley. ¿Has oído hablar del Síndrome de Rebeca? Viene de esta historia (del libro, o de la película) y consiste en experimentar celos patológicos de la (o del) ex de tu actual pareja.

Volvamos a Manderley. La casa es… guau. Grande. Imponente. Con una escalinata de esas para bajar despacio luciendo vestidazo. Simboliza la opulencia y el poder de la difunta Rebecca, que continúa viva en la memoria de la señora Danvers —la ubicua ama de llaves, en cuya relación con la primera De Winter se aprecian tintes lésbicos— y en todos los rincones de la casa. Vemos su retrato, sus ropas, su tocador con su cepillo de pelo, todo tal y como ella lo dejó.

En contraste, la segunda señora De Winter, de origen humilde y carácter apocado, deambula encogida por la mansión, casi pidiendo disculpas a cada mueble por ocupar un sitio que no le pertenece, a la vez que se muestra fascinada por Rebecca y todo su legado en Manderley.

¿Existe o existió Manderley? No. Los exteriores que vemos en la película eran maquetas y los interiores se rodaron en estudios.
Pero Du Maurier se inspiró en dos casas reales para su descripción de Manderley. Una es Milton Hall, una mansión privada cerca de Cambridge que solía visitar de niña. La otra, Menabilly House. La descripción del primer capítulo de esa casa vacía junto al mar y casi oculta tras la vegetación se corresponde con este edificio georgiano situado en Cornualles. Du Maurier estaba fascinada con la casa desde que recorrió el sendero serpenteante (¿te resulta familiar?) que daba a la fachada cubierta de hiedra y no paró hasta que consiguió alquilarla en 1943, después de muchos años soñando con su Manderley particular. Un plus de esta vivienda es que, en una reforma hecha en los años 20, se encontró un esqueleto sentado en un taburete tras una pared del sótano. Era lo que quedaba de un caballero de la Guerra Civil de Inglaterra del siglo XVII y Du Maurier lo fichó como personaje de otra novela, El General del Rey.
¿Se puede visitar? Las dos casas son privadas, pero en el parque que rodea Menabilly House se pueden alquilar dos cottages independientes (aquí y aquí). Así que, si quieres, podrás pasear por las playas y acantilados que inspiraron a Daphne du Maurier.
¿Vale la pena el libro? Es la historia de una cenicienta con un giro inesperado, que empieza cuando acaban los cuentos: justo después del «vivieron felices y comieron perdices». Te gustará si lo tuyo es la novela gótica muy British, las atmósferas opresivas y los retratos psicológicos de personajes atormentados, todo ello cargado de suspense hasta el desenlace, el momento en que averiguamos qué pasó en realidad con Rebeca.
¿Y qué hay del remake de Netflix? Se ha estrenado en octubre de 2020, dirigido por Ben Wheatley, el artífice de High Rise (2015), otra película con edificio protagonista. Esta nueva versión, protagonizada por Lily James y Armie Hammer como los De Winter, es más fiel al libro de Du Maurier que la de Hitchcock, ya que el director británico decidió eliminar un asesinato de la trama, por extraño que parezca hablando del maestro del suspense.
Una vez vista, lo tengo claro: que me quedo con la de Hitch. Para empezar, no me convencen los protagonistas. La apostura californiana de Armie Hammer no encaja en el rol del gótico e inquietante De Winter. Con Lily James me pasa algo similar: alta, atractiva y muy estilosa no me la creo como la mojigata dama de compañía del principio. Su fondo de armario, eso sí, es como para ver la película y salir de compras después.
Algo mejor es Kristin Scott Thomas interpretando a la Sra. Danvers, que deja mucho más clara su relación de amor con Rebecca. Pero tenía el listón muy alto, porque si algo le debemos a Hitchcock —y a la actriz Judith Anderson— es ese personaje que creó escuela en el mundo de las amas de llaves, institutrices y gobernantas villanas del cine y de la literatura. ¿Recuerdas a Frau Blücher, aquella cuyo nombre hacía encabritar a los caballos en la genial El Jovencito Frankenstein (Mel Brooks, 1974)? Es una parodia de la Sra. Danvers de Anderson.
Por último, no hay nada gótico en la película. Creo que este es el mayor problema. El llamativo traje ocre que viste De Winter en Mónaco —¿a quién se le habrá ocurrido?—, los recurridos turísticos por la zona en su descapotable, el vestuario de la segunda señora De Winter, los días soleados en Manderley… Todo son colores vibrantes, con fotogramas que son como postales turísticas: un poco como los telefilmes alemanes comprados a kilos por Antenas 3 o TVE y que suelen emitir a la hora de la siesta. Mi madre dice que los mira por los paisajes y las casas que salen, todo taaaan bonito. Pues la misma impresión me deja esta Rebecca.
Más información:
- Póster de Rebecca: © 1939 by United Artists Corporation. Imagen de dominio público, en Wikimedia Commons.
- Imagen destacada de Joan Fontaine y Lawrence Olivier de dominio público, en Wikipedia.
- Blog (en inglés) que hace un tour por Manderley con muchas fotos de la película de Hitchcock.
- Película (la de Hitchcock) completa (VOSE).
- Banda sonora de la película en Spotify:
[…] cronológicamente, con el personaje de Bruce Willis muriendo al principio. O una historia como Rebecca, si Maxim de Winter no hubiera ocultado información sobre su primera […]
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Justo el mes pasado vi otra vez la peli de Hitchcock y la disfruté. La novela la leí ya hace mucho, lo mismo que la novela de esta autora «la casa de Jamaica» y ya solo recuerdo, a grandes rasgos, que me gustaron. Parece que Hitchcock adaptó también esa novela, pero no la he visto y no sé que tal está. ¿La has visto tú?
Un saludo.
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Vi la película hace muchísimos años. La recuerdo solo como una película muy antigua y oscura que no me enganchó. Todo lo contrario que me pasó con Rebecca, que la vi por primera vez de niña o adolescente y me encantó. La volví a ver hace poco en VO y me pareció que ha resistido bien el paso del tiempo, también la disfruté.
Gracias por tu comentario. Y ya me contarás si La Posada de Jamaica vale la pena si la ves 🙂
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[…] gustara o no la fama, fue una escritora enormemente popular en su época, conocida sobre todo por Rebeca (1938), un éxito de ventas instantáneo que fue llevado al cine por Alfred Hitchcock solo dos […]
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